Alegre compañía en un cenador
La primavera, la sangre altera.
Adriaen van de Venne es uno de los principales representantes de la Edad de Oro holandesa (siglo XVII). El pintor tenía un sinfín de habilidades: era ilustrador, poeta, miniaturista y diseñador.
El artista holandés pertenecía al movimiento barroco, un período donde el arte buscaba sorprender, despertar los sentidos, representar la época socio-histórica que se vivía: eso es todo lo que podemos encontrar en los cuadros de van de Venne.
Sus pinturas se asemejan al escenario de una obra de teatro; el dinamismo de sus personajes nos interpela, y uno se siente casi espiando ese espacio, como si lo presenciáramos de una forma omnipresente.
A van de Venne le gustaba jugar con la ironía y la sátira, era especialista en alegorías y pinturas de género con moralejas de por medio.
A la izquierda de este pequeño paisaje, podemos observar a un grupo de doncellas reunidas alrededor de un piano para disfrutar de la música bajo un cenador de flores. A la derecha de la reunión, dos mujeres se sientan en una red utilizada para atrapar pájaros.
Tal vez lo más llamativo de esta pintura es que, si nos enfocamos en los personajes masculinos pintados por el pintor holandés, podemos observar como, desde todos lados, los hombres espían a las mujeres: posándose en los árboles o escondiéndose detrás de arbustos o troncos.
Muchos relacionan al voyeurismo con las películas de Hitchcock, y hasta se atreven a afirmar que mostrar esta práctica a través del arte comenzó con él; pero van de Venne nos muestra un voyeurismo audaz, donde los hombres utilizan distintas tácticas para poder observar a las mujeres, aunque, en su mayoría, terminan fallando: se caen de los árboles, se enredan en las redes o son descubiertos y confrontados por las mujeres.
Esta pintura tan alegre de Adriaen van de Venne fue parte de una serie de cuatro paisajes que representan las estaciones. La paleta de colores utilizada y la vestimenta de los personajes nos indica que es primavera, la estación del año donde florece todo a nuestro alrededor.
Un famoso refrán dice que «la primavera, la sangre altera», y, tal vez, las consecuencias de esto sea que surjan deseos que el invierno tenía enterrados. Lo que sí queda a libre interpretación es si el espiar de este cuadro representa timidez o intrusión por parte de los hombres.