Aline y Valcour
Ecuaciones humanas.
Enigmática pintura surrealista pintada por Man Ray en Hollywood tras varios años de exilio americano durante la II Guerra Mundial. Y eso que el artista era americano, pero su hogar era París… de hecho ahí reposan sus restos.
Ray vivió en California unos cuantos años y durante ese tiempo la pintura fue su pasatiempo preferido. Realizaba inquietantes naturalezas muertas como esta, escenificadas a partir de una fotografías previas. Situada entre la realidad y el artificio, entre la vigilia y el sueño, la imagen debe ser considerada plenamente surrealista por sus asociaciones con el poder, la manipulación, la deshumanización y la violencia, más aún sabiendo que su título fue tomado de la obra del marqués de Sade.
Aline et Valcour fue una novela filosófica escrita por el Marqués entre 1785 y 1788, mientras estuvo preso en la Bastilla, y cuenta la trágica historia de dos jóvenes amantes: Valcour, un joven noble sin dinero y Aline, una inocente muchacha que acaba suicidándose, todo aderezado con un análisis político en el que se reflexiona sobre el poder, la sociedad y la psique humana.
Man Ray estaba fascinado por la novela, y aunque no pretendía ilustrar el libro, sino más bien homenajearlo, sí que explora varios aspectos de sus temas centrales:
La cabeza guillotinada evoca a la Revolución Francesa, algo que el escritor previó poco antes de producirse, y el muñeco articulado de madera reposando sobre esas figuras geométricas y que no quiere ver la cabeza cortada de la vitrina puede aludir a la deshumanización y manipulación que sufre la humanidad en el mundo moderno, algo de lo que habla el Marqués de Sade en el libro.
La iconografía surrealista se puede ver también en cosas como los ojos vendados, el cajón y el libro cerrados, la campana de cristal sellada, el maniquí… Un evocador conjunto de imágenes mezcladas que juntas crean una lógica ilógica, una narrativa enigmática, una atractiva poesía en la que habitan de alguna manera el sexo y la muerte.