El violín de Ingres
Man Ray reinterpreta a Ingres con sentido del humor y espíritu poético.
Man Ray fue uno de los fundadores del dadaísmo en Estados Unidos, pero en aquellos años tenía mucho más en común culturalmente con el continente europeo. En el verano de 1921 llegó a París y se convirtió en el fotógrafo oficial de las personalidades de la época.
Hoy damos por sentado que la fotografía es una arte (quizás en la actualidad muchos fotógrafos mediocres abusen un poco de esta afirmación), pero en aquellos tiempos seguía siendo sólo un artilugio apenas válido para la ciencia, para la crónica periodística e incluso para inspiración de artistas, pero jamás para transmitir belleza como lo haría, por ejemplo, un cuadro de Ingres.
Man Ray sabía muy bien el potencial artístico de un buen clic. Sabía también de historia del arte. Y sabía además pintar de maravilla…
“El violín de Ingres” (Le violón d’lngres) hace referencia a las dos aberturas del instrumento que Man Ray dibujó con tinta china en las espaldas de su amante, la maravillosa Kiki de Montparnasse.
Dándole a ese desnudo femenino el cuerpo sonoro de un violín, surge toda una cadena de asociaciones condicionada, y no sólo por el título de la obra.
Man Ray dota a la foto de una especial intensidad erótica, similar a los últimos años de Jean Auguste Dominique Ingres, y sobre todo a su célebre “bañista”. Tanto el título como el turbante es un homenaje al maestro.
La fotografía acabó de consagrar a Kiki como musa de todos los artistas de Montparnasse. Desgraciadamente, pasó sus últimos años de vida en un hospital mental. A su muerte, Man Ray fue quien más la lloró.