Autorretrato con el pelo cortado
Retrato de la rebelión y la transformación.
«Pinto autorretratos porque a menudo estoy sola»
Si algo tenía en abundancia Frida Kahlo era pelo: sus famosas cejas, el bigote que lucía con orgullo para recordar su pasado español, y sobre todo sus largas melenas negras como el azabache…
Pero en este cuadro, pintado justo después de su divorcio con Diego Rivera, el pelo de la cabeza ha desaparecido. Frida se «masculiniza». Abandona sus tradicionales vestidos bordados, sus flores del pelo, y aparece con un traje y un corte de pelo «de hombre». Solo se deja pendiente, amplificando la intencionada androginia.
Es sabida la bisexualidad de Frida, que nunca ocultó, y quizás tras la ruptura quiso dejar patente que ella también tenía un lado masculino.
El cabello está por todas partes, caótico: en el suelo, en la silla, sobre ella… Frida sujeta una trenza y las tijeras, y nos mira fijamente, entre lo melancólico y una sonrisa. Es la imagen de la rebelión y de la transformación.
Arriba, como si sonara una canción, aparece la partitura y la letra de una canción popular mexicana: «Mira, que si te quise fue por el pelo. Ahora que estás pelona, ya no te quiero».
Una pintura que retrata su propia soledad, su propio dolor, pero también su fuerza y su coraje.