Áyax y Casandra
La violación de Casandra, descrita en La Eneida.
Casandra predijo dos momentos cruciales en la historia de Troya: que Paris traería la ruina a la ciudad y toda la movida con el caballo de Troya, ese “regalo” que los enemigos introdujeron en la ciudad. El problema es que nadie creía a la pobre Casandra.
Esto se debe a que Apolo se enamoró una vez de ella y le ofreció el don de la profecía si se entregaba a él. Casandra aceptó, aprendió lo básico sobre la adivinación, pero después no cumplió su parte del trato. Muy enfadado, el dios escupió en su boca y así le retiró el don de la persuasión, por lo que aunque dijera la verdad, nadie la creería. De hecho, todo el mundo pensaba que estaba loca.
Así es que pese a sus alertas, nadie le hace caso y cuando los aqueos finalmente saquean la ciudad, Casandra se esconde en el templo de Atenea. Pero Áyax, un arrogante caudillo aqueo, la persigue con muy malas intenciones. Agarrándola para intentar violarla, Casandra se abraza a la estatua de la diosa, pero la fuerza de Áyax hace que la pobre mujer ceda y la estatua se tambalee.
Este sacrilegio cometido por Áyax (ya sea la violación en el templo o no respetar la estatua sagrada de la diosa) provocó la ira de los dioses. Poseidón en persona hundiría su barco y lo clavaría a las rocas con su tridente.
Lo que vemos en este magnífico cuadro de Solomon es el momento dramático en el que Áyax arranca a Casandra de la estatua y se la lleva para violarla. Sin ningún respeto por los dioses (ni desde luego por Casandra), el guerrero se aleja para cometer la infamia que traerá su perdición.