Boulevard Montmartre de noche
Noche en el barrio de los artistas.
París era una de las grandes inspiraciones de Pissarro (en otra dimensión me encuentro chocando palmas con él). Tenía un futuro asegurado en el negocio de su padre, pero prefirió tomar las riendas de su futuro y partió a la Ciudad de la Luz para perseguir su verdadera vocación.
Fuerte influencia en el desarrollo del impresionismo europeo, las obras de Pissarro se destacan por los juegos de luz y las tranquilas escenas rurales de la vida cotidiana en los campos franceses.
A finales de 1880, el artista empieza a sufrir una enfermedad en la vista que le impide pintar al aire libre. Por eso decide mudarse a la Ciudad, donde alquila un cuarto en el Grand Hôtel de Russie, que le otorga una vista privilegiada del Boulevard Montmartre. Así nace la serie de 14 pinturas donde retratará el paisaje desde que amanece hasta que anochece, en todas las condiciones climáticas imaginables.
La noche cae finalmente y Pissarro nos regala, en mi opinión, la obra más interesante de toda la colección. Boulevard Montmartre de noche es la única de las 14 pinturas que retrata el paisaje en la oscuridad, con el sol oculto por unas horas.
Las pinceladas de Pissarro son intuitivas, quebradas, y cada punto traza un tejido que nos transporta a las calles de Montmartre a finales del siglo XIX, con sus luces y sus comercios, creando un reflejo amarillo en el pavimento que desdibuja levemente las personas y los carruajes, con trazos que cambian de dirección constantemente.
Los brochazos de arriba son uniformes y aclaran sutilmente cuando llevamos nuestra vista hacia el punto de fuga. Los de abajo, en cambio, se entremezclan entre diferentes colores. Esta espontaneidad permite que podamos dialogar con la pintura, intuyendo, trazo a trazo, qué conforma el paisaje.
Si hay algo claro, es que la personalidad de Pissarro era atípica en su tiempo. Lo comprobamos cuando recordamos que fue él quien dijo que estaba encantado
de pintar esas calles de París, aunque la gente las considerase feas. El artista era capaz de encontrar belleza donde los demás no veían nada.
Cuando observo esta pintura, veo reflejada Montmartre a través de los ojos de él, como si por un breve instante compartiéramos la misma sensación.