Cabañas de madera entre olivos y cipreses
La pintura como terapia.
Durante su estancia en Saint-Rémy, Vincent pintó como un auténtico lunático. En este psiquiátrico (en el que ingresó de forma voluntaria) tenía dos habitaciones para él: una para dormir y otra para trabajar. Y prácticamente se pasaba todo el día en la segunda. Por temor a caer en otra de sus terribles crisis, Van Gogh se centraba en la pintura y pintaba de forma febril. Era su terapia.
A veces salía del taller, por supuesto, y pintaba maravillosos esos paisajes de la Provenza, como el que vemos en la imagen.
Es en esta época es donde mejor se ve su estilo serpenteante, con esos árboles ondulantes y sinuosos (son inconfundibles sus olivos y cipreses). Paisajes donde el loco del pelo rojo prefigura el expresionismo, creado sin saberlo por él.
Además sin escatimar a la hora de aplicar el tubo de color en el lienzo. Es pintura empastada que sobresale del soporte. Un ciego casi podría disfrutar de un Van Gogh por medio del tacto.
Durante esos meses Van Gogh pintó cuadros de estos como churros. Si llega a saber que sólo por este se pagaron más de 71 millones de € el 11 de noviembre de 2021, se corta una oreja.