Noche estrellada
La noche estrellada es una de las imágenes más conocidas del arte moderno.
Van Gogh miraba por la ventana del sanatorio de Saint-Rémy. Ya no tenía el lóbulo de su oreja y se sentía cada vez más acosado por las alucinaciones.
Cuando miraba los cipreses del jardín, éstos parecían vibrar. Cuando miraba al cielo nocturno, las estrellas parecían estar vivas. Eso es lo que captó en este lienzo que es hoy uno de los más famosos de la historia del arte.
El artista pintaría a lo largo de su carrera tanto cipreses como estrellas, ambos de marcado carácter simbólico, pero esta obra es quizás la que mejor comunica su particular estilo.
Con sus pinceladas vigorosas, Van Gogh capta un paisaje exterior y uno interior. El cielo en espiral parece moverse de verdad en el lienzo. Las estrellas tienen su propio halo, que el pintor exagera para expresar más (y adelantándose unas décadas al expresionismo).
La ciudad en cambio está quieta, estable, realizada con trazos rectos y breves, en contraste con esas curvas frenéticas del cielo.
El pintor post-impresionista dijo: “Quiero llegar al punto en que la gente diga de mi trabajo: ‘Este hombre siente profundamente’”, a lo que nosotros añadimos: “y hace que los demás sintamos profundamente…”.
Pobre, sólo, despreciado, hipersensible, el artista lo había dejado todo por el arte, convirtiéndose en el primer mártir del arte moderno, y figura romántica que representa “al artista sin contaminar”.
Van Gogh murió meses después de pintar esta obra maestra. Tenía 37 años y tardó dos días en morir. Junto a él estaba su hermano y mecenas Theo, que moriría también poco después por un colapso mental y físico producido por la sífilis.