Cena a la luz de la lámpara
Una cena iluminada por una lámpara
Presidida por un autorretrato del artista de espaldas en negro macizo, la familia cena alrededor de una mesa. Una escena digna de un cuadro, pese a lo que muchos opinaron en esa época.
Su esposa y sus hijastros dan a entender que a lo mejor el pintor se aburría un poco. El hijo mayor incluso bosteza. A lo mejor Vallotton echaba de menos su anterior vida bohemia parisina antes de casarse con la viuda millonaria portuguesa, pero gracias a ello pudo dedicarse en exclusiva a su arte y no pasar hambre como muchos de sus compañeros nabis.
El silencio domina la escena. Las tinieblas rodean la habitación. Menos mal que se descubrió recientemente la electricidad: la luz de la lámpara ilumina a los comensales y destaca el mantel blanco con bandas rojas. Dibujado en la lámpara, corre un gato negro, símbolo de vaya usted a saber qué…
La crítica achacó a Vallotton sus personajes “inertes”, sus escenas de interior “pintadas por un policía”, como pintadas por un forense más que por un artista con sentimientos, pero sus colegas decían que el suizo tenía “fuego bajo el hielo”, y sólo se necesita derretir un poco la escarcha con la mirada para encontrar las emociones que hacen del arte lo que es.