Puesta de sol, cielo anaranjado
Los atardeceres de Vallotton son miel para nuestra alma.
Ya hablamos en varias ocasiones de unos cuantos óleos de paisajes de Felix Vallotton. Amamos a este hombre… Se podría decir que es nuestro artista fetiche, nuestra pata de conejo, nada menos que el señor que nos inspiró para crear esta página.
Sus paisajes intensos, pero con colores simples y planos, observados en el exterior pero realizados en el taller, sus puntos de vista inusuales, su calidad sorprendentemente irregular, su perseverancia frente a críticas y flaqueos momentáneos, sus ínfulas literarias, el hecho de ser un extraño (“el nabi extranjero”) en su pandilla de artistas, en la que a veces no pudo —o no le dejaron— encajar…
Sí… se puede decir que Vallotton era un poco como HA!
A veces parece de esos artistas que cuánto más sabes de él, menos gusta. O quizás es al contrario, todo lo contrario… Y este hecho enigmático, ese misterio es uno de sus grandes encantos. Es el precio de la autenticidad, que choca por evidente en este artista de una sensibilidad prodigiosa.
No es fácil rastrear sus miles de obras. Muchas de sus pinturas permanecen en manos privadas y, a menos que vayas a su Suiza natal, es poco probable que te encuentres con más de una pareja juntas.
Pero de vez en cuando, contad en esta web con algunas de sus pinturas, grabados o incluso textos. Se lo debemos.