Crepúsculo
Paisaje eléctrico.
Un ejemplo de pintura mitológica de nuestro amado Felix Vallotton. A simple vista puede parecer uno de sus magníficos paisajes de atardeceres y amaneceres, donde la luz se convierte en color y el color se convierte en luz. Y lo es, desde luego. Pero si afinamos un poco la vista veremos entre la vegetación y la penumbra a varias figuras desnudas jugueteando y correteando, por lo que suponemos que se trata de faunos y ninfas haciendo lo suyo: disfrutar en la naturaleza, o quizás un grupo de bacantes a punto de descuartizar a Penteo.
Raro es que aparezcan figuras humanas (o humanoides) en los paisajes de Vallotton, pero esta obra casi pide a gritos algo de movimiento entre las sombras. Quizás el artista vio acabado el paisaje y le dio por añadir a estas deliciosas figuras disfrutando de los últimos rayos de sol del día en este paisaje que parece cercano al mar.
Vallotton pone la imaginación y la expresividad al 11 y medio se inventa otro de sus paysages composés aderezado de nubes, otro atardecer eléctrico, casi de neón, tan típico de uno de los artistas que hizo avanzar el arte a finales del XIX, dejando las cosas preparaditas para las inminentes Vanguardias, que fueron las que al final se llevaron la fama.