Diomedes devorado por sus caballos
El rey de Tracia es devorado por estos simpáticos equinos.
El octavo de los doce trabajos de Hércules consistía en robar las cuatro yeguas de Diomedes, el rey de Tracia, que las tenía encadenadas y sólo las alimentaba de carne humana.
Hércules se hizo con los equinos, y cuando Diomedes se puso chulo e intentó capturar al héroe, lo que hizo el fortachón amigo fue arrojar al monarca como alimento de sus yeguas que se lo zamparon sin contemplaciones.
Lo curioso es que tras este banquete, estos cuatro animalitos se volvieron totalmente mansos y Hércules se los regaló a la diosa Hera.
Diomedes devorado por sus caballos (como dijimos, en realidad yeguas…) es la visión del simbolista Moreau de esta escena mitológica, y por supuesto no faltan significados ocultos y dobles lecturas por todas partes. Moreau lleva el mito a su terreno casi onírico y es normal que en una obra simbolista las interpretaciones se multipliquen. Hay quien llevados por una lectura psicoanalítica ven en este óleo la representación de una ansiedad, la fragmentación y la castración [1].
La escena es desde luego gore y terrorífica. El establo está lleno de cadáveres a medio comer y pisoteados por los caballos. Arriba Hércules observa todo el panorama y Diomedes por su parte no puede más que gritar.
Moreau se inspiró en los frisos del Partenón para los caballos y en Piranesi para las arquitecturas.