
El espejo de Venus
El arte por el arte.
Edward Burne-Jones fue uno de los últimos románticos de esa época victoriana en la que el Reino Unido tenía su imperio, pero también sus crisis económicas, sociales, y por supuesto artísticas. Era uno de esos que no diferencian entre Arts (artes) y Crafts (artesanía) y por ello se adscribió al Arts & Crafts de su colega William Morris. Quizás por eso esta obra os recuerde un poco a un tapiz, o algo así.
También seguramente os recuerde a una obra de Botticelli, y es que Burne-Jones era un fanático del arte de este tío, como vemos en los rostros, las vestimentas y los gestos.
Aquí vemos una escena mitológica que bien podría ser del Quattrocento. 10 señoras mirando sus respectivos reflejos en un estanque, y cada una posando a su manera. Puro arte decorativo propio del esteticismo que se erigía con fuerza en la época. El arte por el arte.
Un año después de que Sir Edward pintara este cuadro, se expuso en la inauguración de la Grosvenor Gallery, una galería de arte alternativa a la Royal Academy, que rechazaba a todos esos peludos prerrafaelitas y del Arts & Crafts, pero cuyo arte indie se convertiría en una influencia básica en la pintura británica de finales del XIX y hasta se infiltró en el Simbolismo francés de la época.