El Genio de la Victoria
Incesantes contorsiones.
Miguel Ángel regresa a Roma por orden del Papa Julio II, que tiene un importantísimo encargo para él, muy personal: diseñar su tumba. En origen, esta escultura estaba pensada como una más de las figuras que conformarían dicho monumento funerario, destinada a la parte inferior.
Sin embargo, como dijo el propio artista, el proyecto de la sepultura de Julio II fue una verdadera tragedia (la tragedia della sepoltura), y las cosas no salieron ni mucho menos como Miguel Ángel quería.
Finalmente, la obra acabó separada del resto del proyecto, aunque no por ello pierde valor, es una escultura de gran importancia, en la que Miguel Ángel introdujo algunas novedades que no había aplicado hasta el momento en otras de sus obras.
Una de estas es las contorsiones de los cuerpos, en posturas prácticamente imposibles, que se retuercen, luchan… el gran genio del Renacimiento provoca ya el nacimiento del Manierismo, un nuevo concepto estético que en el campo escultórico desarrollará especialmente Giambologna.
La torsión tan antinatural del personaje joven es lo que conocemos como forma serpentinata, que no deja de ser un clásico contraposto griego llevado a otro nivel: el cuerpo parece estar en tensión, dicha postura genera mayor esfuerzo. El contraposto, en cambio, resulta mucho más natural, pues tendemos a apoyar todo el peso de un cuerpo en un lado u otro, alternativamente, sobre todo cuando permanecemos de pie mucho tiempo.
Además, el gesto de su mano derecha es una reminiscencia a su célebre David, que sujeta la honda en una postura muy similar.
Fijaos ahora en el anciano derrotado, postrado en una posición patética, con la rodilla izquierda del joven sobre su espalda. La cara (y parte del cuerpo) no está definida en su totalidad. Este efecto inacabado (el non finito), pensado en este caso a propósito (ya que no siempre era la consecuencia de una escultura que no podía acabar por su exceso de trabajo), sino que en ocasiones era una manera de alterar su significado.
Le interesaba dar mayor protagonismo al victorioso, bien definido, y el derrotado no queda tan marcado.
La temática de la obra es dudosa, aunque la teoría más aceptada es que pudiera tratarse de una alegoría política, haciendo alusión a la pérdida de libertad de la ciudad de Florencia que se dio por aquella época, o como alternativa más personal podría simbolizar la relación amorosa más importante en la vida de Miguel Ángel, la que mantuvo con el joven Tommaso Cavalieri, reflejando mediante la obra como el artista estaba rendido ante su amante, al que tanto quiso, abrumado por él.