Expulsión del Paraíso
El escultor Miguel Ángel "se rebaja" a pintar estos frescos ya inmortales.
«Caída del Hombre, pecado original y expulsión del Paraíso» es el sexto fresco que este genial artista pintó en la inmortal Capilla Sixtina, joya del Cinquecento.
En realidad, Miguel Ángel era escultor, pero al Papa Julio II se le metió en la cabeza que era él quien debía pintar la bóveda, y al final así lo hizo durante 4 intensos años en los que trabajó largas jornadas boca arriba sobre andamios, la pintura caía en sus ojos, no cobró algún que otro salario, se peleó con el pontífice (si algo tenía M. A. era mal humor) e incluso se cayó del andamio en un par de ocasiones.
Por si fuera poco, se dice que no se bañó en todo ese tiempo… Según sus ayudantes desprendía un olor insoportable: «Era como estar con un cadaver».
La capilla sixtina según la espectacular web del vaticano.
El artista debía utilizar sin experiencia alguna la técnica del buono fresco que no dejaba margen de error, y debía realizarse en tan sólo ocho horas antes de que todo secase.
Por eso son aún más impresionantes escenas como esta, que presenta un capítulo del Génesis con Adán junto al Árbol de la Sabiduría en cuyo tronco se enrosca una serpiente (con torso femenino) que entrega el fruto a Eva, recostada sobre unas rocas.
Como vemos, las anatomías son potentes, escultóricas y muy masculinas… Y es que no había nada que le gustara más a Miguel Ángel que un hombre desnudo.
Homosexual, a Buonarroti le repugnaba la figura femenina. Hasta para esculpir o pintar a sus mujeres utilizaba hombres como modelos… Quizás por ello Eva sea tan poco femenina…
El caso es que mucha gente de la Iglesia pensó que la Capilla Sixtina, más que un templo parecía un burdel con tanto pito al aire… Se dice que Miguel Angel frecuentaba las stufa, baños públicos donde a menudo se ejercía la prostitución «tanto con ostras como con caracoles»…
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