Piedad Rondanini
La belleza de lo inacabado.
El arte de Miguel Ángel es un arco que se extiende desde la perfección de la Piedad del Vaticano a su obra crepuscular, la Piedad Rondanini.
Asistimos con su arte a un doloroso, ardiente y agónico itinerario, con crisis religiosas y filosóficas, marcado por el antagonismo entre materia y espíritu que elevaron la estética del autor a unas cotas inimaginables.
Miguel Ángel, artista longevo y prolífico, trabajó sin descanso hasta los últimos días de su vida. En ésta última etapa, la estética del maestro tiene una inflexión íntimamente ligada a su experiencia personal y sobre todo espiritual, una experimentación formal inédita en la obra del maestro. Miguel Ángel pone en relieve las emociones y los conceptos por encima de la forma.
Sus biógrafos cuentan que Buonarroti se convirtió en las últimas décadas de su vida en un personaje huraño, entregado a su trabajo y a su vivencia espiritual; pero además, se transformó en un ser temeroso e insatisfecho con su quehacer, debido a su carácter perfeccionista.
Hacia el final de su vida, Miguel Ángel realizó varias obras de aspecto inacabado (non finito) que constituyen una auténtica experimentación formal expresando en ellas la conceptualización más personal de las ideas del autor, pasando a ser su recurso expresivo. Hoy se sabe que tras las esculturas inacabadas de Buonarroti hay una intención más profunda que la del propio boceto y que define toda una concepción del arte. El non finito del maestro constituye una de sus mayores glorias.
Miguel Ángel desesperó, desfalleció y luchó toda su vida acosado por una insaciabilidad que le llevó a la ejecución de las más sublimes creaciones, allí se reconoce la tragedia del maestro.
La Piedad Rondanini, escultura en la que trabajó hasta el día de su muerte, nos resulta difícil de comprender como punto final de la obra escultórica de Miguel Ángel si pensamos lo distante que se encuentra de la serenidad y belleza renacentista de la Piedad del Vaticano; sin embargo, es una obra que a pesar de su inacabamiento nos conmueve por su austera religiosidad.
No se sabemos muy bien qué impresiona más, si lo acabado o lo no acabado, en el conjunto se percibe el esfuerzo de la figura por abrirse paso a través de la materia. El genio y terribilitá de Miguel Ángel, se manifiestan en una estética de cánones deformados, composiciones forzadas y desequilibrio.
El uso del contraste entre finito y non finito en el esculpido de la obra, formaliza la expresividad del dolor, una pieza frágil, no importa no haberla terminado porque no importan las apariencias, importa sólo aquello que la imagen es capaz de hacernos sentir.
La Pietá Rondanini es la más trágica y misteriosa de las esculturas de Miguel Ángel, con ella estaba escribiendo su testamento y sin pretenderlo abría paso hacia un nueva concepción estética del arte que le haría único y genial.