El jardín extraño
Un extrañísimo jardín.
Este artista de la Joven Polonia, el modernismo polaco, retrata aquí a su familia en un lisérgico y primaveral entorno. Su mujer, Jadwiga Mehoffer, sonriente y envuelta en un barroco vestido de seda zafiro, busca entre las ramas de un manzano. Su hijo Zbigniew está desnudo e irradia una luz dorada que hace que nuestros ojos vayan directamente a él. Otra joven al fondo aguanta de la guirnalda de flores que recorre diagonalmente este extraño jardín.
Pero hay otro invitado en el jardín: una enorme libélula de tonos dorados que permanece inmóvil en el aire. Su excesiva escala y extraña posición en el conjunto del cuadro hace pensar casi en un collage. Es como si el insecto fuera añadido por accidente, pues las figuras parece que no notan su presencia. ¿Si veis ese bicharraco en un jardín no saldríais pitando de ahí…?
No sabemos qué quiso decir Mehoffer al colocar este bicho junto a su familia. Quizás es una especie de extraño autorretrato (está decorado como si de una vidriera se tratara, y el artista amaba las vidrieras…). Quizás simbolice la inmortalidad y la felicidad.
Toda la escena está invadida de vegetación: flores, plantas, frutos… Ni una sola línea recta, como es normal en la estética orgánica y floreada del art nouveau.
Un extraño jardín, este de Mehoffer, impregnado de un ambiente arcadio. Reina la paz, la seguridad, la intimidad y la armonía, que es lo que debería reinar en una familia.