El origen de la pintura

Esta bonita leyenda de la invención de la pintura la escribió hace miles de años Plinio, popular autor romano. En ella, nos sitúa en la Antigua Grecia, siglo VII a. C. aproximadamente, Plinio cuenta que una muchacha corintia (de la ciudad griega Corintio, que da nombre a las famosas pasas) llamada Kora fue la primera que puso en práctica el arte de pintar.

Su amado era un joven guapo y fuerte que tenía que marcharse a una batalla. ¿Quién sabía lo que depararía el destino? ¿Volvería a verlo? Kora estaba muy enamorada y le asustaba muchísimo la idea de perderlo para siempre. En su última noche juntos, antes de que él se marchara en cuanto asomaran los primeros rayos de sol, Kora tuvo una revelación.

Aún era de noche, y la única luz de la habitación era artificial, provocada por una lámpara de aceite. La sombra de su amado (y la suya propia, claro) se reflejaban en la pared, todo provocado por la luz, y a ella se le ocurrió trazar la silueta que él proyectaba en la pared, pidiendo, ante la sorpresa de este, que se quedara muy quieto.

No quería olvidarse de su aspecto, por eso pensó que lo mejor sería plasmarlo en aquella pared, y poder contemplarlo todo lo que quisiera.

El artista enternece aún más la imagen, con el espacio tan reducido, para dar mayor tamaño y relevancia a los amantes, unidas en una postura natural, aportando mayor realismo. Él, sentado de perfil, permanece quieto y rodea con su brazo libre a la joven Kora. Ella apoya parte del cuerpo sobre el joven, y con una mano roza sutilmente su barbilla, para colocarlo bien, mientras con la otra dibuja su silueta. Todo esto en la penumbra, en una estancia tan poco iluminada.

Esta obra fue todo un éxito en su tiempo, una época en la que se valoraba tanto el redescubrimiento de la Antigua Grecia y Roma y las esculturas antiguas o las pinturas murales resultaban toda una inspiración. De hecho, la Academia de San Lucas (en Roma) le concedió la medalla de oro por el mejor ejemplo de una composición histórica en ese mismo año.