Entrega de las llaves a san Pedro
Cuestión de perspectiva.
San Pedro, primer papa (obispo de Roma) y sucesor de Jesucristo es representado aquí por Perugino (y sus ayudantes, que el fresco mide más de 5 metros) recibiendo las llaves de manos directamente de JC, todo un símbolo de una transmisión del poder espiritual que legitima al pontífice y sus sucesores y de paso justifica la autoridad papal por los siglos de los siglos. Normal que esté en la Capilla Sixtina.
Estéticamente, esta obra es fundamental el el Renacimiento, ya nos solo por mostrar arquitecturas de la época, imitando a lo antiguo, sino por el uso explícito de la perspectiva lineal. Las líneas de perspectiva del suelo de la plaza construyen la composición y muestra varios niveles (lejos y cerca). En el primer plano hay un grupo de figuras (desde apóstoles a gentes de la época en la que se pintó el fresco, incluyendo un posible autorretrato de Perugino, única figura que nos mira) y al fondo se representan dos episodios de la vida de Cristo.
Todo muy ordenadito, como debe de ser en una composición clásica, y tan armonioso que muchos consideran esta pintura como «musical».
Al fondo de todo, un paisaje cierra la pintura con algunas colinas y árboles estratégicamente situados, formas se desvanecen en la distancia como ejemplo paradigmático de perspectiva aérea.