Estación eléctrica en Jajce de noche.
La luz es la protagonista absoluta.
Tivadar Csontváry Kosztka, quizás el artista más extravagante de la pintura húngara, tuvo muy presente la llegada de la tecnología a su país a principios del siglo XX, pero también la llegada del arte más moderno. Ambas fueron promocionadas por este interesantísimo personaje en su pintura.
Csontváry estaba esa época en la ciudad de Jajca, un municipio de Bosnia-Herzegovina y decidió mostrar una de las particularidades de la ciudad en esa época: los primeros indicios de tecnología, pero al mismo tiempo una arraigada tradición.
Esto se ve en los dos puntos de luz que hay en este cuadro: por un lado la hipnótica estación eléctrica, la energía del futuro; por otro una hoguera, que sirvió de fuente de calor y energía al ser humano desde sus albores.
Estos dos símbolos puestos uno junto al otro nos hablan del ser humano, el paisaje nos habla de una región paradisíaca que el artista amó, y esa noche evoca belleza, misterio, poesía.
Su obra llegó a verse en Europa occidental y muchos reconocieron sus habilidades, arte y simpatía, pero en Hungría fue apenas un excéntrico. Csontváry era vegetariano, pacifista, no bebía ni fumaba, era espiritual rozando lo místico, solitario… Muchos creen hoy que era esquizofrénico.