Estudio de cabeza de una chica
¿En qué piensa?
No se puede saber en qué piensa exactamente esta chica. Todas las posibilidades son válidas: tristeza, soledad, enfado, vergüenza… Ilusión, esperanza, placer, satisfacción… ¿Quién sabe? Supongo que somos nosotras quien debemos completar con emociones ese rostro, llenar de alma esa pintura.
Supongo que, como espectadoras, también tenemos obligaciones al ver una obra de arte. En el arte, el trabajo no es solo del artista. Por supuesto, el arte es —debe ser— algo subjetivo y ambiguo: depende del día, depende del momento, de nuestro estado de ánimo, de nuestras experiencias acumuladas. Hoy podemos ver a una mujer desvalida entre las sombras, mañana podemos ver a alguien que empieza a ver la luz entre la oscuridad. Podemos verla confusa y difusa, entre indefinidas pinceladas o concreta y perfilada. Podemos verla a ella y quizás, en un mágico instante, vernos a nosotras mismas.
Es un extraño retrato el de esta chica, porque al verlo, a veces parece un retrato mío. Y a veces, un retrato de alguien lejano de hace siglo y medio. Es algo cambiante y dinámico. Es hechicería.
Thomas Cowperthwaite Eakins caza a esta mujer en su intimidad, entre las penumbras de sus pensamientos. Y esa luz intensa y cálida acaricia su piel en un boceto que es pura poesía pictórica.