Familia de acróbatas con mono
La vida en rosa.
En 1904, Picasso, comienza una nueva etapa de su vida al mudarse a Montmartre con su primera compañera sentimental: Fernande Oliver, quien sería tanto musa como fuente de inspiración para el pintor durante los años posteriores.
El amor le devuelve las ganas de vivir y la esperanza. La motivación para seguir pintando. Picasso abandona la tristeza de su época anterior y vuelve a pintar la alegría. Su paleta cromática evoluciona desde los tonos azules hacia tonos cálidos y pasteles. Comienza así el denominado periodo rosa.
Pese a su felicidad, Picasso, en Montmartre, era pobre. De hecho, se mudó allí porque era un barrio poco desarrollado y asequible en términos económicos. La miseria afectó también a su pintura: deja de lado el lienzo y el óleo y comienza a utilizar materiales más baratos como la acuarela, el gouache o la tinta. Decide, además, retomar las técnicas que había aprendido en la academia, y volver a un estilo pictórico más clásico. De hecho, en esta obra se puede observar una composición que recuerda a las Sagradas Familias pintadas por Rafael.
Comienza a retratar temas anecdóticos y costumbristas. El circo sería el foco principal de su obra en estos años, puesto que vivía al lado de uno: el Circo Medrano. De manera similar a varios de sus contemporáneos como Degas, Lautrec y Seurat, Picasso se sumó a la representación de la vida circense. Específicamente, intentó plasmar la realidad del circo retratando a arlequines, bufones y saltimbanquis en escenas íntimas y familiares.
Fue durante el periodo rosa que Picasso comenzó a encontrar su camino. Experimenta con las líneas, las formas y las proporciones. Los fondos se desvanecen, las figuras se aplanan, la perspectiva se deforma… Nace el cubismo.