Henry Ford Hospital o La cama volando
Mi cuerpo desnudo en “Gringolandia”.
Es esta una de las obras más literales y crudas del repertorio de la artista mexicana Frida Kahlo. Su esposo, Diego Rivera, había sido llamado a trabajar en una serie de murales en EEUU. Luego de que se les permitiera el ingreso al país (cosa que no fue sencilla dada la popular militancia comunista de su compañero) el gran muralista mexicano se dedicará de lleno a sus encargos.
En 1930, por razones médicas, Frida había tenido que interrumpir un primer embarazo. Pero en 1932, contra todo pronóstico médico (dadas las secuelas del accidente acaecido en su adolescencia) vuelve a quedar embarazada en la ciudad de Detroit mientras acompañaba a su esposo a cumplir con dichos trabajos murales. En esta segunda ocasión, y con la recomendación de su gran amigo el Dr. Leo Eloesser, Frida decide avanzar con el embarazo:
«Me dijo (…) que, en su opinión, sería mejor conservar al niño que someterme a un aborto, pues, a pesar de mi mala condición física — a la pequeña fractura de pelvis, de la columna, etc., etc., — podría tener al niño sin dificultad mediante una cesárea»
Pero cursando apenas las primeras semanas, lejos de su familia y de su marido, el 4 de julio sufrirá un aborto espontáneo, lento y traumático.
En esta obra, la artista se expone en plena pérdida, «flotando» en la escena sobre la cama del Henry Ford Hospital donde fue atendida. Durante su convalecencia realizó algunos bocetos en lápiz que luego transformó en este óleo sobre metal. Propio de su estilo, Frida va describiendo las sensaciones y pensamientos que fue atravesando esos trece días de internación. Todos estos pensamientos se ven conectados por un hilo rojo, hilo de sangre, cordón umbilical, o venas conectadas que sostiene con su mano.
En el centro de la escena, la pintora se representa yacente, ensangrentada, llorando y en su desnudez, completamente desprotegida. La atmósfera general del cuadro es desoladora: tiene como fondo, muy lejano, las fábricas, las chimeneas, los tanques y las estructuras de las fábricas de Detroit que nos describen un paisaje de total desamparo.
Arriba, en el centro «el pequeño Dieguito», el hijo que acababa de perder. En las esquinas superior izquierda e inferior derecha, una sección de pelvis, columna y caderas que hacen hincapié en las secuelas del accidente, su fractura de columna y triple de cadera que complicaban la posibilidad de gestar un niño. Debajo a la izquierda una máquina esterilizadora, que al igual que su cuerpo, destruía todo lo que resultara «extraño» a su organismo. La orquídea, para Frida simboliza la sexualidad, y describe la flor que le trajo Diego cuando la visitó en el hospital. Finalmente, un caracol, arriba a la derecha, que para culturas antiguas era sinónimo de vida: un caparazón protector como símbolo de concepción, embarazo y parto.
Todo este proceso de soledad y tristeza que Frida vivió en Detroit, se tradujo en la gran decepción que le producía este país que se jactaba de prometer futuro y progreso a todos sus visitantes.