Hojas bordeando un árbol
Un especie de homenaje cromático.
Arte barato y a la vez valioso, efímero pero también indeleble, perecedero y al mismo tiempo eterno al inmortalizarlo con una cámara. Un arte que explota artísticamente la naturaleza, y sin embargo no es en absoluto invasivo: la respeta y la celebra.
Un arte sencillo aunque asombroso en lo técnico, fruto de la paciencia y el amor por lo que se hace. Un arte que no cuesta nada de dinero fabricarlo, sino horas y horas de trabajo minucioso.
Andy Goldsworthy crea sus esculturas con herramientas y materiales naturales (en este caso, las hojas de un sicomoro), es decir, hace Land Art (usar la naturaleza como propio material escultórico) y modifica así el paisaje de igual modo que una escultura afecta a su entorno.
En este maravilloso ejemplo, Goldsworthy hace brillar el suelo alrededor de las raíces del árbol. Con un exquisito degradado, el artista convierte algo tan natural en algo casi hecho por ordenador, y consigue resaltar al árbol con colores fabricados por el propio árbol. Un especie de homenaje cromático.
Goldsworthy siempre cuenta en su trabajo con la ayuda de la propia naturaleza, ya sea la gravedad, la temperatura, los patrones fractales o las características biológicas del propio material, algo fundamental en escultura. Mirad cómo juega con la textura y el color de las hojas, haciendo una gradación cromática que cualquier pintor podrá apreciar.