La caída de los Titanes
Los dioses derrotan a los gigantes.
Hesiodo cuenta en su Teogonía, esta escena de Titanomaquia, cuando los dioses del Olimpo lucharon contra los Titanes (Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Atlas y Menecio) en una batalla cósmica y los vencidos fueron condenados al Tártaro, las más hondas profundidades del inframundo.
Cornelis Cornelisz van Haarlem representa la derrota de los Titanes y nos muestra sus expresiones de horror en este terrorífico lugar. Están todos desnudos y en poses de lo más complicado (todo un mérito académico del manierista). Cientos de cuerpos apiñados que no paran de caer del cielo.
Van Haarlem realiza todo un homenaje al cuerpo masculino, ya que el artista era un apasionado del género. De hecho, fue el que formó junto a otros la Academia de Haarlem, una especie de club donde los artistas podían dibujar modelos desnudos. Y no solo se hacían estudios académicos para practicar, sino que también había acalorados debates sobre la teoría del arte.
Los cuerpos desnudos de esta Caída de los Titanes tienen otra característica: los genitales tapados por mariposas e insectos. Van Haarlem los coloca estratégicamente, quizás para tapar penes, quizás para ambientar mejor la atmósfera del infierno y sus criaturas, quizás para simbolizar las almas que vuelan… Sea como sea acaban haciendo la escena aún más desconcertante.
Desde luego es un cuadro que tras más de 400 años todavía hoy conserva toda su frescura.
Porque esta es una obra casi futurista, hipermoderna, impresionante (además son más de tres metros de cuadro). Una pintura que sorprende por el uso de los colores, la anatomía, la composición, la luz del sol brillando sobre el abismo… Un lenguaje casi de ciencia ficción el utilizado por el artista, que tenía entonces 28 años.