El fraile y la monja
Delicias holandesas.
Cuenta una leyenda holandesa que una monja de clausura fue acusada de quedarse embarazada. Para probar la inocencia de la novicia se preparó una surrealista prueba. Un monje debía apretarle una teta: si salía leche, la acusación sería cierta. Sin embargo, del pecho salió ¡vino!.
El Milagro de Haarlem fue un prodigio de lo más holandés, representado por Cornelisz van Haarlem, una especie de Paul Verhoeven manierista que en realidad no quería plasmar en lienzo la fe de esta piadosa monja precisamente, sino más bien enseñar un poco de carne y de paso hacer una crítica satírica al comportamiento de algunos miembros del clero.
Además el artista aprovecha para mostrar en la parte inferior un bodegón de lo más opulento y sensual (el bueno de Cornelisz era todo un experto en el género), que fácilmente podemos asociar con el pecado. Deliciosas frutas que invitan a cogerlas dejándonos un poco confusos en cuanto al mensaje y el tono de esta obra.
Vamos, que el lienzo sugiere de todo menos lo divino y espiritual que se les presupone a los trabajadores de la iglesia.
Lo que vemos en esta pintura es comida, alcohol y sexo. Delicias holandesas en un cuadro escandalosamente carnal.