La nieve en Louveciennes
La soledad nívea de un desconocido
Contemplamos un paisaje nevado, sereno, hilado por una composición sencilla en la que las líneas de fuga nos llevan ante una figura humana, un silueta desdibujada y lejana, que camina por las calles de un pueblo igualmente neutro e irreal. El cielo brumoso, trémulo y grisáceo, empasta con el blanco níveo al mismo tiempo que consigue acentuar la atmósfera melancólica. Todo lo anterior se baña por una luz omnisciente, de origen incierto, pero cuya única preocupación es trabajar y contrastar los diferentes matices cromáticos de la nieve que cubre todas las estructuras de Louveciennes.
Con este breve comentario hemos anticipado dos puntos clave en el análisis de Sisley: el cielo y los caminos. El primero es un componente esencial de su arte y de su preocupación por la verdad espacial, no en balde ocupa casi siempre las tres cuartas partes del lienzo (rasgos que parece cumplirse aquí). El segundo, encarna esta necesidad de representar sendas, caminos, calles y cualquiera que sea la vía por la que se transite, pero con un fuerte halo de calma y serenidad, de paz.
Eminentemente nos encontramos frente un pintor paisajista, que se distinguió de sus colegas impresionistas (quizás de estos tomaría la pincelada y la ejecución) por la decisiva intervención en sus cuadros de los elementos naturales más imponderables: el agua, la nieve, el cielo, la niebla. Con ello, pintó con gran espontaneidad los alrededores de París, de Marly, Louveciennes, Bougival, Sèvres, Saint-Cloud o Meudon en forma de series prácticamente autobiográficas. Todos ellos paisajes con unos u otros efectos climatológicos representados (días soleados, nublados, etc.) pero que contrastan notablemente con sus célebres lienzos sobre las inundaciones de Marly más vívidos y vibrantes, en las que no pierde igualmente su connotación intimista.
La escena deja entrever el reservado temperamento del autor, de hecho, el silencio casi puede palparse en esta obra impregnada de una inquietante soledad y de un insólito misterio, indicios de que algo no muy bueno fuera a pasar en cualquier momento. ¿Sería quizás la representación de un mal sentimiento que había sentido en sus propias carnes? Desde luego que sí. Tras la guerra franco-prusiana (1870–71) la familia de Sisley quedó arruinada, una situación que provocó que el artista enfrentara constantes luchas contra la pobreza ¿Era esta una manera de reflejar esta convulsión psicológica que le asolaría hasta su muerte?
Hemos visto pues un pintor puro y esencial, sin (o con pocas) interferencias de otras corrientes en su estilo y de una marcada e íntima personalidad pictórica. Sisley escribió: Todas las cosas respiran y florecen en una rica y fértil atmósfera que distribuye y equilibra la luz, establece la armonía. Y así trató de pintarlo, ¿no creéis?