Place du Chenil en Marly, efecto nieve
Invierno a la japonesa.
Alfred Sisley hizo algunos retratos y un par de pinturas de temática de naturaleza muerta, pero lo que realmente le llamaban eran los paisajes. De él sabemos, por sus propias palabras, que estaba enamorado de la naturaleza, sobre todo del cielo, que consideraba que era «lo que lo equilibraba todo».
En esta pintura el cielo ocupa la mitad del espacio, y seguramente a Sisley le sabía a poco, porque en la mayoría de sus obras acababa ocupando tres cuartas partes del lienzo. La protagonista de esta pintura es ahora la nieve, y ese es uno de los motivos por los que Sisley pudo desmarcarse de otros artistas impresionistas: para sus obras se inspiraba mucho en elementos de la naturaleza que otros pasaban por alto.
El agua, el cielo, la niebla… y mientras, Renoir definía la nieve como «La lepra de la naturaleza». De Sisley se decía que era un hombre más bien reservado y misterioso, y que no le interesaban los acontecimientos sociales. Sabiendo eso, entendemos que le llamase más el invierno que la primavera que solía pintar Renoir en sus obras.
A lo mejor Sisley no estaba de acuerdo con el resto de sus compañeros impresionistas, pero el contacto con ellos le sirvió para conocer obras de culturas distintas, como las de Hokusai, gracias a Monet, que luego tuvieron un gran impacto en sus pinturas. Dios los crea y ellos se juntan, ¿no?
Sisley coloca los elementos del paisaje de forma muy parecida a la del japonés. Si comparamos este Place du Chenil con la obra Noche de nieve en Kambara de Utagawa Hiroshige, vemos similitudes en la composición: las casas, que se pierden en el fondo hacia la izquierda del cuadro; los árboles, alternando entre el primer plano y el fondo dependiendo de dónde estén colocados; y las personas caminando en el sendero del centro de la pintura.