Las Edades y la Muerte
Tempus irreparabile fugit.
Si el Renacimiento fue la época en que el ser humano se dio cuenta de que la vida es fútil y debemos gozarla, el Barroco recogió esa idea de la fugacidad vital, pero dándole una interpretación pesimista y este cuadro es la representación perfecta.
La obra es de Baldung es la alegoría del tópico tempus irreparabile fugit. Adelantándose al período venidero, el pintor recrea en estas tres figuras los tres períodos de la vida humana: juventud, vejez y muerte.
La juventud es una muchacha de piel blanca y cabellos dorados, la imagen de la donna angelicatta renacentista, que trata de cubrirse con una sábana, una estrategia para evitar la censura que nos recuerda una Venus. Su expresión es melancólica y por su mejilla corre una lágrima casi invisible. Quizá llore debido a que la anciana está tirando de ella con firmeza. La alegoría de la vejez es una mujer que bien podría ser una versión mayor de la joven. Su piel se ha oscurecido, sus cabellos son canos y su expresión ya no es triste, sino dura. Agarrada a la anciana se haya un cadáver que mira al suelo en lugar de a ellas casi como si les pidiera disculpas por lo que les ha hecho. Este porta una clepsidra, un símbolo del tiempo recurrente en el siglo XVI, y una lanza rota.
Además de las tres figuras principales, hay un búho que mira a la espectadora y una bebé de ojos cerrados con la mano encima de la lanza, casi diciéndonos que ella la ha roto o que ya ha está muerta. El paisaje es desolador con una torre en ruinas y un árbol mustio. El único atisbo de esperanza es un rayo de luz que se ve en la esquina iluminando un crucifijo.
En tres planos vemos las tres fases de nuestra existencia y en el rostro de esa chica, el miedo que todos le tenemos al paso del tiempo. Quizá por eso la anciana ya ha dejado de llorar, porque ha aceptado lo inevitable
Este cuadro es pareja con La Armonía.