Muerte y vida
La muerte observa sonriendo la caótica vida amontonada.
8 años se pasó Klimt pintando esta gran alegoría sobre uno de los principales temas que obsesionaban a este y a otros muchos artistas de la época (Munch, Schiele…).
Klimt se estaba haciendo viejo (aunque eso no mermó en absoluto su apetito sexual o vital…) y en Europa ya se empieza a oler la Gran Guerra, por lo que la Muerte es algo a tener muy en cuenta.
Aquí la vemos, delgada, en la zona izquierda del lienzo, y está envuelta en un sudario decorado al estilo Klimt (aunque un poco oscuro, estilo cementerio). Lleva un cetro en la mano y aún sin ojos, parece mirar la danza de la vida a la derecha esbozando una macabra sonrisa.
Tras un amplio espacio vacío, ahí está la vida, amontonada, caótica, siempre en movimiento, con niños protegidos por el abrazo de las madres, hombres a sus mujeres… Un remolino de células, tejidos y figuras con los ojos cerrados para no ver lo inevitable. Una anciana penitente en el medio de este conglomerado, parece comprender resignada que la muerte es un lento proceso, tan lento que dura toda una vida.
Como dijo el filósofo Georg Simmel (1858–1918):
«La muerte no aparece al morir, sino que está presente desde el nacimiento.»