Los Girasoles
Lo que pintaba Vincent mientras esperaba a Paul.
Lo interesante de las naturalezas muertas es que, sin ponerlo en evidencia, sabemos a ciencia cierta que alguien estuvo allí y dispuso un jarro con algunas flores. Pero en este caso hablamos de girasoles, y ¿por qué será que cuando hablamos de girasoles pintados en un furioso amarillo acompañado por naranjas, verdes y azules pensamos en Vincent van Gogh? Tal vez porque existe más de un cuadro de su autoría con esta flor y más de una versión con el florero de girasoles. Probablemente la más popular sea la hoy expuesta en la National Gallery de Londres. Es una de las tres versiones con 15 girasoles (las otras se conservan en Amsterdam y en Tokio). Dos versiones de 12 de estas flores en Múnich y Filadelfia, y colecciones privadas en EE. UU. y Japón que custodian jarrones de 3 y 5 girasoles respectivamente. Si las miramos detenidamente y las comparamos, notaremos que aquellas que tienen la misma cantidad de flores respetan una estructura común, en términos de distribución y equilibrio.
Los girasoles se revelan, entonces, como uno de sus temas favoritos en esta etapa de impaciente espera en una habitación de Arles: la inminente llegada de su amigo Gauguin, lo llevó a pintar de forma obsesiva (porque no conocía otra manera de hacerlo) versiones de jarros con girasoles para así recibirlo como correspondía. Hasta el agasajado, el mismísimo Paul Gauguin, lo retratará ensimismado en su pintura, titulando a la obra El pintor de los girasoles. Eso es todo, juez.
Sea cual fuere la versión, en todas ellas reina el amarillo de azufre o el así conocido «amarillo Van Gogh», muy característico de sus producciones, pero a su vez altamente tóxico. Algunas teorías revelan que el hecho de trabajar durante largas horas con este mismo color, o hasta en algunas ocasiones alimentarse con él (sí, alguien se animó a decir que comía óleo) colaboró con el deplorable estado de salud que presentaba en el último tiempo.
¿Será que la intensidad de este artista no sólo se veía en su pintura? Tímido, reflexivo, extremadamente sensible y solitario, pero con arrebatos de violenta pasión y un enfermizo desenfreno, Vincent van Gogh sufrió terribles trastornos hacia el final de sus días.
Al poco tiempo de llegado Gauguin a la ciudad de Arles, la relación entre los artistas se fue tensando: Van Gogh seguía al visitante a sol y a sombra, acosándolo con la idea de crear una nueva sociedad de artistas. Gauguin sólo estaba de paso, mientras devolvía el favor a Theo van Gogh acompañando a su hermano necesitado. Ya sabemos que las cosas no terminan nada bien: en el medio de la noche, Vincent ataca a Paul por la espalda con una navaja de afeitar. Y por lo menos en mi barrio, esto no es de amigos.
Por otra parte, en esta versión de Los Girasoles de la National Gallery, la firma se ubica de una forma muy especial: no parece ser el elegante autor de una naturaleza muerta de origen holandés el que firma al pie del lienzo, sino el humilde artesano que creó el jarro y el incansable campesino que recolectó los girasoles. La maravillosa línea azul (que contiene y complementa al poderoso anaranjado de la mesa) se continúa dentro del florero y subraya su nombre. Es que esta no es una obra de arte de Van Gogh. Es una parte de Vincent.