Naturaleza muerta con cafetera, cerámica y frutas
Esta muerta está muy viva.
Instalado ya en Arlés, Van Gogh esperaba a su amigo Paul Gauguin, y mientras tanto trabajaba a todas horas. Pintaba sobre todo al aire libre, ya que el clima del lugar era muy agradable, pero cuando alquiló la Casa Amarilla y colocó los pocos objetos que tenía en propiedad sobre una mesa, decidió hacer dos naturalezas muertas inspiradas en Émile Bernard.
A este le escribe una carta donde hace un boceto del cuadro con todo tipo de anotaciones, sobre todo hablando de colores.
Porque Van Gogh hace uso de colores planos puros, destacando sobre todo el uso de ese amarillo extremo del fondo que contrasta y armoniza con los otros colores complementarios. De hecho, era muy consciente de que el arte moderno nace del contraste entre colores complementarios en lugar de usar tonos y claroscuros.
Cada color primario (amarillo, azul y rojo) tiene un color complementario compuesto por una mezcla de los otros dos y según las nuevas teorías artísticas, las sombras proyectadas por un objeto deben incluir el color complementario del objeto, aunque como vemos aquí, Van Gogh pasa bastante de teorías y lo lleva todo a su terreno, más instintivo y visceral que teórico y científico.
Destaca también esa perspectiva que, por medio de la diagonal del mantel, da bastante inestabilidad a la composición.
Van Gogh cierra todo con un borde rojizo y un marco pintado de blanco. El artista pensaba en ese momento que sus obras resaltarían más con un marco blanco porque así capta mejor la luz, aunque pocas veces hace uso de este truco. Este cuadro debió parecerle digno de exponer.