Nubes de verano
Preludio del otoño.
El expresionista alemán Emil Nolde (miembro destacado de Die Brücke) se fue de viaje al Pacífico Sur en 1913, como un miembro más de la una expedición antropológica para observar y documentar a las gentes de Nueva Guinea y sus costumbres. Fue un viaje largo, y Nolde tuvo tiempo de sobra de practicar su arte, a veces apuntes en libretas, otras cuadros más o menos acabados, y en alguna ocasión, como en este caso, estudios que por su encanto e interés se convierten de simples bocetos en obras de arte con entidad y robustez.
Hay que tener en cuenta que a Nolde le encantaba el mar. Solo con verlo se inspiraba. Nunca era el mismo mar, estaba siempre en constante cambio, y eso para un pintor de paisajes, eran infinitas posibilidades.
Tosco como era, Nolde muestra este mar con un empaste de lo más grueso. Despues de todo, un expresionista no estaba obligado a «pintar bonito». Nolde le da caña al pincel, y consigue que esas olas del mar parezcan un poco furiosas.
Ayudan, por supuesto, esas nubes del cielo, un poco amenazantes. Anuncian tormenta, anuncian el final de un verano de aguas tranquilas y sol radiante. El otoño, tan necesario como el resto de estaciones del año, pide el relevo.
Esta obra, Sommerwolken, fue confiscada por las autoridades nazis en 1937. Ya sabéis que Nolde era uno de esos artistas degenerados…