Peluquería de monos
Una monada.
Durante el Barroco se puso de moda en Europa uno de los subgéneros pictóricos más extraños y divertidos de la historia del arte: la singerie, o lo que es lo mismo, escenas de monos actuando como si fueran humanos. Monos fumando y bebiendo, jugando a las cartas, y sí… también pintando.
Más extraño todavía es ver a simios ejerciendo de barberos, y cortando el pelo o afeitando ¡a gatos…!
Conociendo a los barrocos, suponemos que esta era una forma de crítica. No es poca la similitud entre el ser humano y los simios, y es fácil imaginar que los artistas de la época vieron la oportunidad perfecta para identificar la figura del mono con los instintos más bajos y primarios del humano. A modo de burla, se criticaban vicios como la gula, la avaricia, la lujuria, o como parece que es el caso: la vanidad.
En esta obra de Teniers el Joven (todo un experto en este curioso subgénero) el gato se mira al espejo tras dejarlo bien guapo en una surrealista barbería donde se recortan bigotes, y otros simios se pintan las uñas o algo parecido mientras más clientes peludos esperan su turno al fondo.
Un recurso cómico, ese de personificar animales, que fue utilizado ya desde la Antigüedad y que sería retomado de vez en cuando por artistas futuros (recordemos a de Coolidge y sus famosos perros jugando al póquer), pero que realmente estuvo de moda en ese fascinante Siglo de Oro que nunca deja de sorprendernos.