Retrato de Françoise
Triste belleza contemplativa.
El pasado 8 de abril se cumplieron 50 años del fallecimiento de Pablo Picasso. Medio siglo sin uno de los más grandes exponentes de Las Vanguardias del siglo XX y del arte contemporáneo.
Separar la obra del artista (o de la persona más bien) es una tarea tremendamente complicada. Alguien dijo alguna vez que, si juzgásemos el comportamiento humano de muchos de los personajes que están detrás de las obras que se exponen en muchos museos, estos estarían prácticamente vacíos. Muchos de esos hombres (si, seamos realistas, a penas hay obras de mujeres artistas expuestas en museos) tuvieron vidas desestructuradas y comportamientos inclasificables.
En esta obra, Picasso retrató a su amante Françoise Gilot. Ironías de la vida, justo este año, el pasado mes Junio ella fallecía a los 101 años.
Françoise conoció a Pablo en un café de París que solía ser punto de encuentro entre artistas. Él tenía 61 años y ella a penas 21. También era artista. Su relación duraría 10 años, y fruto de ella nacerían sus dos hijos, Paloma y Claude. Pablo por aquel entonces tenía una relación con la también artista Dora Maar, a la que abandonaría para irse a vivir con Françoise.
En el dibujo, se ve a Françoise con una triste belleza contemplativa, pero también con un cierto aire de «espera». Su cara reposa ladeada sobre su mano izquierda, y mira fijamente al espectador, con una leve caída de párpados. Los bucles de su voluminosa melena y su cara ovalada también son protagonistas en el dibujo.
A pesar de ser una obra realizada por Picasso en el primer año de relación con Françoise, la actitud de ella también denota ausencia.
Podríamos interpretar que, sin darse cuenta, y como si fuese casi un retrato premonitorio, Pablo dibuja la espera, pero no la de Françoise si no la suya propia presintiendo, de alguna manera, que ella tarde o temprano se marcharía harta de sus escarceos y sus desaires.
Imaginemos por un momento a Françoise dejando a Picasso y diciéndole, como la icónica Samantha Jones de Sexo en Nueva York, agotada por las infidelidades del que era su pareja Richard Wright: Te quiero mucho, pero me quiero a mi más.
Es probable que, durante esos 10 años de relación, ella le esperase por el amor y la admiración que le profesaba, e incluso soportase infidelidades y desprecios varios; hasta que un día se cansó dijo basta y le abandonó, convirtiéndose en la primera y única mujer que le dejaría.
«El arte nunca es casto. Debería prohibirse a personas inocentes e ignorantes, nunca poner en contacto con él a aquellos que no están suficientemente preparados para ello. Si, el arte es peligroso. O si es casto, no es arte».
Pablo Picasso.
Hay una película que hace un breve resumen por la vida de Picasso y las que fueron sus parejas y madres de sus hijos.
Es el repaso de una vida de gloria para él, y de sufrimiento y agonía para las mujeres que le amaron y le aguantaron.
En una escena, Marie-Thérèse Walter, ex pareja de Picasso y madre de su hija Maya, llega a la casa donde Pablo vive con su actual amante, Dora Maar.
Curiosamente, Picasso está en su estudio pintando el Guernica cuando Marie-Thérèse le recrimina a Pablo que debe elegir entre ella o Dora, pero él cínicamente le contesta: no tengo problema con ninguna de las dos, resolvedlo entre vosotras;
es entonces cuando Marie-Thérèse y Dora se enzarzan en una pelea.
«Sobrevivir a Picasso», 1996.