Retrato de hombre con escala de colores
Un estudio de Maruja Mallo sobre el retrato y el color
La artista española más importante del siglo XX. Esa es Maruja Mallo, que en palabras de Juan Ramón Jiménez conformaba «la nueva primavera española» junto a Salvador Dalí. Este último pintor decía de ella que era «mitad ángel, mitad marisco».
Su obra es prodigiosa, desperdigada por medio mundo, pero son sus bocetos igual de importantes para conocer un poco más la gestación de las obras, como es el caso de este maravilloso «Retrato de hombre con escala de colores», una obra poéticamente inacabada, pero al mismo tiempo perfecta, en el que se muestra su habilidad en la anatomía del retrato y la utilización inteligente del color al óleo.
Sin prejuicios de ningún tipo, brillante y rebelde, Mallo no se casó nunca con nadie (ni personas ni políticas, aunque no ocultaba sus simpatías republicanas) y mezclaba lo más vanguardista (algo inédito en una España a la cola del resto de Europa) con lo más académico, como vemos en esta obra que demuestra que tras su fachada de icono moderno transgresor (teñida de rojo, vestida con el abrigo de lince…), era una tía estudiosa y reflexiva.
Un óleo sobre cartón que muestra a una artista perfeccionista y una rigurosa investigadora, una figura capital en esa cultura española que se estaba gestando en los años de la dictadura de Primo de Rivera y que tendría que exiliarse en la siguiente gran carnicería que viviría su país, que por otro lado le permitió codearse de tú a tú con la élite artística mundial, de O’Keefe a Warhol.