Retrato de Tolstoi
Retrato de un amigo.
Ilya Repin y Leon Tolstoi fueron colegas de toda la vida. El escritor posó muchas veces para el pintor (varias de ellas en el jardín) y en ellas podemos ver no solo el carismático físico del novelista, sino su actitud hacia la vida e incluso sus búsquedas espirituales. Tolstoi optaba por la «vida sencilla» y entre libro y libro le gustaba trabajar como agricultor.
Un tipo cotidiano pese a ser una de las mejores plumas de la historia de la literatura. Dejó los lujos y decidió mezclarse con los campesinos de Yásnaia Poliana, donde él se crio y vivió, trabajando como zapatero y profesor de los hijos de los campesinos.
Repin se quedaba maravillado ante la imponente figura de su amigo: No importa cómo este gigante se humille o cubra su poderoso cuerpo con harapos mortales, el Zeus en él siempre brilla.
Efectivamente aquí lo vemos radiante, pese a su descuidado aspecto de hippie piojoso. Va descalzo, en contacto directo con la naturaleza, descansando sus manos en el cinturón y con un libro en su bolsillo. Está concentrado y un poco ensimismado. No parece una pose, sino ser él mismo. Da la sensación de que Tolstoi era tal cual como se ve en el cuadro: pura dignidad y genio.
Ilya Repin tardó diez años en completar el retrato del autor de Anna Karénina, Guerra y Paz y varias decenas de novelas, cuentos y ensayos que se sitúan en el Top 10 de la literatura universal.