Ritmo de otoño
(número 30)
Pollock escuchaba jazz encerrado en su estudio.
Una de las pinturas más características del periodo de goteo de Pollock.
En torno a 1950 Jackson Pollock estaba en uno de sus mejores momentos creativos y de éxito de crítica. En esa época se encerraba en su estudio y, cigarrillo tras cigarrillo, dejaba caer la pintura en el lienzo, salpicándolo todo en trance, y escuchando su música preferida: bebop.
En ese periodo experimental el artista creó cuadros como este, donde vemos una pintura caótica en negro, blanco y marrón, que carece de un punto focal, lo que hace que cada parte sea igualmente significativa.
Más o menos como la música de uno de los máximos representantes del movimiento jazzistico que le gustaba a Pollock: el músico Charlie Parker, que con su saxofón también hacía gotear notas musicales a chorretones, improvisando delirantes e hipnóticas melodías y ritmos.
Lee Krasner, la esposa de Pollock afirmó que su marido nunca tuvo aptitudes para la música pero tenía una enorme colección de vinilos de jazz, entre los que destacaban los de Parker. Con su bebpop, Charlie «Bird» Parker hizo avanzar de manera estratosférica el jazz, dejando muy atrás lo que se había hecho hasta entonces, ya que las grandes orquestas estaban de capa caída por la dificultad de mantener tantos músicos tras la guerra. Con la libertad que daba estar en pequeños conjuntos y una actitud totalmente radical, Bird tocaba a un ritmo furioso y llenaba sus solos con tantas ideas armónicas y melódicas de las que era capaz.
Podemos apostar que Pollock pintó su Ritmo de otoño (título evidentemente musical que se iba a llamar en un principio Number 30) con algún fragmento de la música de otro planeta de Parker sonando a todo volumen.
Además no es para nada descabellado relacionar a estos dos artistas. Ambos muertos jóvenes (el pintor a los 44, el músico a los 34), ambos adictos al alcohol y la heroína respectivamente (y muchos que opinan que eso influyó positivamente en sus obras), ambos innovadores indiscutibles en sus respectivas disciplinas siempre desde el estudio pormenorizado de los clásicos y también de sus contemporáneos.
Los dos trabajando con furia aparentemente descontrolada, improvisando sobre la cuerda floja, dejando retazos abstractos de genialidad llenos de una gran carga emocional, como podemos observar y escuchar ahora mismo.