Paseo a orillas del mar
Con Sorolla sentimos la brisa en el ondular de los vestidos y gasas, el sol levantino en los rostros, el sonido de las olas, el aroma del Mediterráneo...
Sorolla había triunfado en todo el mundo (en Estados Unidos era una sensación), pero volvía los veranos a pintar a las playas de Valencia, que como sabemos, era uno de sus temas preferidos (niños en la playa, niños dentro del agua…). Además estaba de moda entre la burguesía y aristocracia de esos años (el proto-turismo de España) pasar sus ratos de ocio en la playa.
En esta etapa de madurez, se ve más seguridad en su propuesta. Aquí representa a Clotilde y María, (su mujer y su hija mayor) paseando por a orillas del mar en una escena que desprende elegancia y atractivo.
No es casualidad que el cuadro nos recuerde a uno de esos anuncios de rebajas veraniegas de los grandes almacenes. Todas las revistas de moda, la publicidad y la fotografía comercial copian descaradamente una y otra vez este icono para transmitir frescura, verano, elegancia y playita.
Sorolla fue muy audaz en la composición: un ligero picado en el que elimina el horizonte (y parte de la cabeza de su mujer) y prefiere que se vea el agua y la arena de la orilla. También se ve en la libertad técnica propia del impresionismo en largas pinceladas que convierten algo abstracto en una sensación de estar en el mar.
Con Sorolla sentimos la brisa en el ondular de los vestidos y gasas, el sol levantino en los rostros, el sonido de las olas, el aroma del Mediterráneo…