Vista de Saintes-Maries-de-la-Mer
Vincent descubre el mar.
Mientras estaba en Arles, Vincent van Gogh visitó la localidad mediterránea de Les Saintes-Maries-de-la-Mer, un pintoresco pueblecito de pescadores, y descubrió un mar que nunca había visto: cálido, luminoso, variante…
Le escribe a su hermano Theo: es como la caballa, o en otras palabras, cambiante. No se sabe si es verde o púrpura o si es azul, porque un segundo después, su reflejo cambiante ha adquirido un tono rosa o gris.
Vincent se puso a trabajar al momento. En apenas una semana de junio hace nueve dibujos, varias pinturas de las calles y las playas del lugar y esta vista del pueblo en la que no vemos el mar, pero aún así parece que el Mediterráneo está muy presente. Vemos una fila de vides diagonales con la característica perspectiva del pintor, que dirige nuestra mirada directamente al skyline medieval, con sus torres almenadas, sus casitas amontonadas y sus campanarios.
Van Gogh recrea por enésima vez la Provenza, con sus múltiples colores y esa luz que tanto lo enamoró. Llevando más allá la técnica impresionista que había mamado en París, convierte —como por arte de magia— la luz en color y el color en luz. Es aquí donde Van Gogh empieza a exagerar el color.
Ahora que he visto el mar aquí, siento plenamente la importancia de quedarme en el Sur, y sentir que todavía hay que exagerar más el color. (…). Así que tengo la convicción de que por una larga estadía aquí, liberaré mi personalidad. »