Alex Colville
Canada, 1920–2013
El artista canadiense más influyente del siglo XX, y no sólo en pintura, sino en otras disciplinas como el cine (Los Coen, Kubrick…). Alex Colville pinta lo cotidiano como algo extraordinario y no exento de peligro y tensión, aún en los momentos más plácidos: «No pretendo ser amenazante, pero sí pienso que la vida es esencialmente peligrosa. Nunca sabemos qué es lo que va a pasar de un día a otro».
Vivió casi toda su vida en Nueva Escocia («Todos los lugares son igual de interesantes para mí. Allá donde estoy, está la realidad»), menos cuando luchó en la II guerra mundial. Ahí observaría el horror de los campos de concentración. Al regresar consiguió la licenciatura en Bellas Artes, y se dedicó a la docencia, aunque cuando pudo se dedicó por completo a su obra, consiguiendo un notable éxito.
El artista no quería fama; sólo deseaba una vida ordenada y apacible, lejos de la guerra. Por eso siempre pintó sin presiones en su estudio canadiense, alejado del mundanal ruido, algo que se ve en la mayoría de sus obras, con personajes solitarios en paisajes tan silenciosos como luminosos.
Su realismo le debe mucho a Hopper con ese trabajo cargado de poesía y silencios que tan bien casan con lo cinematográfico. También es comparado a Andrew Wyeth, al ser ambos considerados artistas regionalistas de sus respectivos países. Aunque la minuciosa y calculada pintura de Colville tiene siempre algo que rompe la tranquilidad.
En sus cuadros parece que todo puede pasar. Incluso hace casi partícipe al espectador, situando cerca una pistola, por ejemplo.
Colville murió en paz a los 92, cargado de hijos y nietos. Hoy es una institución canadiense.