Annibale Carracci
Italia, 1560–1609
No debió ser fácil rivalizar con Caravaggio. Ser un Garfunkel, un Buzz Aldrin, un Salieri…
Carracci también quiso hacer avanzar al arte, pero respetando el cinquecento, sobre todo a su ídolo Rafael (hasta se hizo enterrar cerca de él). No le gustaba el naturalismo revolucionario de su colega, rival y más celebre contemporáneo Caravaggio, pero también detestaba la degeneración manierista. Innovó, tocó todos los géneros, influyó en su generación, pero nunca pudo salir de la sombra del otro gran pintor italiano de finales del XVI.
Miles de amantes del arte peregrinan cada año a Santa Maria del Popolo para ver los oscuros lienzos de su némesis, mientras que ignoran los magníficos frescos de Anibale Carracci.
Porque si algo dominaba Carracci era el dificilísimo e ilustre arte de la pintura al fresco. El techo del Palacio Farnesio en Roma es uno de los mejores ejemplos. De temática mitológica, con profusión de desnudos y escenas de amor (incluído Ganímedes y Zeus, un rapto homosexual), el fresco es tan clásico en técnica como audaz en concepto, Carracci destaca por un arte imaginativo y lúdico, lleno de elementos ilusionísticos y con una energía antes nunca vista. Su colorido y vitalidad lo iluminan todo, como contagiando alegría de vivir, frente a los lúgubres ambientes y la solemne pasión religiosa de Caravaggio. No es de extrañar que años después el arte de Annibale fuera excelentemente acogido en Francia e Italia, mientras que el de Caravaggio será la opción de los españoles.
Aunque siempre eclipsado por su «rival», Carracci gozó de gran éxito en vida. Poussin, Bernini o Rubens lo consideraron su maestro y no pasó precariedad alguna. Su arte se vendía de maravilla en la esplendorosa Bolonia de esos años y su taller (frecuentado también por su hermano Agostino y su primo Ludovico) no cesaba de trabajar.
Aún así, en sus últimos años le invadió una grave depresión que le impidió pintar. Su brazo sencillamente se paralizó. Murió en 1609, dejando una enorme influencia en el arte posterior. Caravaggio fallecería justo un año después.