Christian Schad
Alemania, 1894–1982
Christian Schad, excepcional pintor de la Nueva objetividad aunque quizás no tan conocido como sus otros compañeros. Al igual que ellos cultivó el arte del retrato y el autorretrato a modo de la Neue Sachlichkeit, una vuelta de tuerca más a la realidad.
Schad estudió arte ya muy joven. El estallido de la I Guerra Mundial lo hizo marcharse a Suiza, donde además de salvar el culo de esa carnicería entraría en contacto directo con el dadaísmo, que sin duda influiría en su arte posterior.
En esos años Schad empezó a crear imágenes con una técnica llamada fotograma (la impresión de una silueta sobre papel sensible a la luz). Muy humilde las llamó «schadografías».
Acabada la guerra Schad viajó a italia y posteriormente a Viena. Es ahí donde abandona el absurdo juvenil dadá y se introduce en ese nuevo y extraño realismo tan alemán, en esa Nueva objetividad que buscaba de nuevo la figuración «realista», una plasmación objetiva de la realidad, con acento en lo social.
A finales de los años veinte Schad volvió a Berlín y ahí se quedó para ver el horror que se avecinaba. Casualmente su arte no sufrió demasiado las iras del nazismo, al menos no tan virulentamente como el de otros de sus compañeros.
Schad retrató de manera magnífica el ambiente de la República de Weimar, sus cafés, sus cabarets… Retratos de sus gentes. Amigos y colegas quedarían plasmados en el lienzo con todo lujo de detalles en su concepto más nuevo y objetivo.