Clara Peeters
Flandes, 1580–1625
No tenemos prácticamente información sobre la vida de Clara Peeters, pero lo poco que sabemos es gracias a sus pinturas. Pequeñas pistas, apenas visibles, que nos acercan a su persona, la mujer detrás del arte.
A pesar de no hallar ningún documento que acredite su nacimiento, todo parece indicarnos que llevó a cabo su aprendizaje y carrera en Amberes, su posible ciudad natal. Analizando sus obras, se han encontrado marcas características de la ciudad en el reverso de los soportes utilizados. Y no sólo eso, en varias pinturas aparecen cuchillos en los que firmaba y también añadía una pequeña marca de Amberes en la hoja de estos.
Sus cuadros son bodegones en los que aparecen comida, flores, y toda clase de vajilla. Debemos tener en cuenta la época en la que vivió Clara Peeters, momento en el que las mujeres artistas no tenían la misma libertad que los hombres para crear. Ella fue de las pocas que consiguió desarrollar su carrera artística en Europa durante pleno siglo XVII.
La temática de su pintura es lo que conocemos como naturalismo, un realismo extremo en todos los detalles. Cada elemento que aparece en sus obras está cargado de significado, y nos hace entender mejor las costumbres y estilo de vida de su siglo. Los saleros, por ejemplo. Mientras que la sal es hoy un ingrediente cotidiano que nunca falta en una casa, no era así por aquel entonces, había gran escasez de ella, y eso la hacía exclusiva, por lo que iba en lujosos saleros de plata y espléndida decoración. O los cuchillos: cada invitado llevaba el suyo propio, y del mismo modo que las ropas que vestían, los cuchillos servían para demostrar la posición. Cuanto más valioso, más dinero y poder.
¿Y si además os digo que llegó a autorretratarse varias veces en un mismo bodegón? Autorretratos diminutos aprovechando el reflejo de copas u otros recipientes que pintaba. Apenas vemos su rostro, y la paleta que sujeta trabajando, pero no cabe duda de que se trata de la valiente artista, diciendo aquí estoy yo.