Fernando Botero
Colombia, 1932–2023
Su estilo figurativo hasta tiene nombre oficial: el «boterismo». Tanto en pintura como en escultura, realiza figuras más robustas y gruesas de lo habitual, es decir, gordos.
Botero es hoy uno de los artistas más cotizados de la actualidad y sin duda el pintor colombiano de mayor resonancia internacional.
Es palpable en su particularísima obra una cierta influencia del muralismo mexicano propia de Diego Rivera, pero puestos a indagar en sus conexiones, podemos tender cables con el monumentalismo de Paolo Ucello o Piero de la Francesca. Y por supuesto, las referencias al primitivismo naíf de Rousseau son evidentes.
Temáticamente, al colombiano parece gustarle lo grotesco, por sus recurrentes imágenes deformadas, pero su obra supura un de un humor que se puede interpretar como una crítica sarcástica a la sociedad actual, llena de monstruos sobrealimentados realizando todo tipo de acciones ridículas. Sus desmesurados personajes ocupan todo el lienzo en ocasiones, no dejando espacio para nadie más. Son caricaturas, retratos de la fealdad, pero no es una fealdad moral, sino exterior y estética.
Tampoco está ausente la crítica política en su obra, no sólo colombiana sino también internacional. Son habituales escenas de terrible actualidad como torturas, masacres, guerras, pero siempre vistas a través del filtro del boterismo. Ya sea Jesucristo, un dictador un obispo o el propio pintor, sus retratos siempre tienen un tratamiento exagerado en sus proporciones.
Se podría decir que Botero pinta un realismo mágico. El suyo es un mundo conocido y recordado, pero en él suceden cosas maravillosas. A saber porqué freudiano motivo pinta a la gente con varias tallas de más.