La muerte de Pablo Escobar
Unión de los colombianos más famosos: Botero y Escobar.
El artista más famoso de Colombia retrata al criminal más famoso de Colombia. Era cuestión de tiempo, ya que Botero era un pintor que en esos años se sentía obligado a retratar, con su particular estilo, la reciente historia colombiana e internacional.
Y un hecho histórico incontestable de los años 90 del siglo XX fue sin duda alguna la muerte de Pablo Escobar en 1993.
El narco llevaba meses en busca y captura y fue finalmente localizado. Huía de la policía por los tejados de la ciudad de Medellín, estaba descalzo y pesaba 100 kilos (excelente modelo para Botero). No tardaron en abatirlo.
Años después, Botero, paisano suyo de Medellín, lo representa en esta obra con aspecto gigantesco, un Godzilla colombiano, justo en el momento que una «lluvia de plomo» acaba con él.
El estilo es puro «Boterismo». Primitivismo näif, reminiscencias de Rousseau y Rivera, y volumetría desmesurada, por supuesto en la figura de Escobar pero también en el caótico urbanismo de la ciudad, que parece congelada en el instante. El cielo está cubierto de nubes, denso. De luto, si no conociéramos las opiniones del artista.
Porque pese a que Escobar era fan de Botero (por supuesto tenía obras suyas, entre los Picasso y los Dalí), el sentimiento no era mutuo. Botero consideraba a Escobar un repugnante criminal, responsable de miles de muertes directas e indirectas y de buena parte de la violencia política y social que sufrió y todavía sufre su país.
Aunque Botero también reconocía en Escobar una figura clave para la reciente historia colombiana, y era consciente además de la imagen romántica que proyectaba. Un tipo querido por los pobres, un Robin Hood salido de la miseria, que se convirtió durante algunos años en la persona más poderosa del mundo (llegó a suministrar el 80% de la cocaína del planeta, cuatro de cada cinco rayas…).