Giovanni Segantini
Italia, 1858–1899
Artista despojado de su patria y sus progenitores, Giovanni Segantini enfrentó el duro pesar de la vida al cuido de su hermana y hermano, inducido por este último a desarrollar sus habilidades artísticas inscribiéndose en la academia de Brera en Milán.
Nacido en Trentino, una ciudad italiana dominada por el imperio austro-húngaro, Segantini sentía que su parte austriaca no le pertenecía realmente, quizás inspirado por la muerte de su madre, como un símbolo de desprendimiento de su identidad o como un modo de desterrar cualquier singularidad que pudiere recodarle a su pasado; sin embargo, para su pesar, tras haberse liberado de la imposición austriaca y deseoso de volver a sus raíces —a una Italia también ansiosa de su propia autonomía— le fue negada la nacionalidad y permaneció por el resto de sus años, como apátrida, una condición de carente pertenencia a cualquier nación existente.
Motivado por su orgullo y la necesidad de tener un hogar, tras la humillación ocurrida en Italia, se refugió en Savognin, una aldea ubicada en Suiza; allí en el lugar que le adoptó y le introdujo a eternos paisajes nevados y extensos campos desiertos, desarrolló su obra pictórica de la mano del movimiento divisionista, con el cual realizó obras de carácter paisajista nórdico, además de retratar temas más simbólicos que develaban su perturbada mente.
La muerte, la maternidad, el retorno a sitios atrapados en el pasado infectaron su obra, sus experiencias de vida junto con la influencia de otros pintores, como el Italiano Francesco Filippini del que fue amigo, ambos atraídos por los paisajes rurales, además comparte similitudes con el pintor Georges Seurat, por su técnica, aunque distando con una temática más personal y audaz.
Al final de su vida, Giovanni Segantini decidió recluirse en Engadina, un valle alpino, para permanecer en soledad, sin embargo, una vez la vida no cedería ante sus anhelos, pues unos cinco años más tarde moriría de un ataque inesperado de peritonitis.