Malas madres
Mujeres castigadas.
¿Cuál es el motivo de le existencia de la fémina, sino el de procrear y su sangre compartir con una nueva generación? ¿Qué frutos obtendríamos si no aquellos que germinan en su vientre? Parece que tales afirmaciones eran las que rondaban en la mente del pintor Giovanni Sengatini al momento de realizar la obra. Titulada Malas Madres demuestra sin pudor sus pensamientos más polémicos sobre la labor de la mujer.
En una época de revolución social, las ideas sobre la liberación enriquecían las discusiones y cultivaban las mentes atrapadas en el núcleo de una sociedad conservadora, sin embargo, pese al avance que se expandía entre los habitantes, no todos estaban tan efusivos por las nuevas formas de pensar.
Segantini era uno de ellos, que guiado, además por las ideas del «nirvana» un estado propuesto por la religión budista, donde el alma alcanza un nivel de felicidad insuperable, producto de la ausencia de dolor y las ambiciones, compone entonces a un ser despojándose de sí mismo, de todo aquello que le hace humano. Estas ideas pueden verse plasmadas en el rostro de la mujer, que, aun encontrándose en una situación tan deplorable, con las ramas del árbol atándole todas las extremidades, y un infante succionándole el pecho con ímpetu, se permite calmar sus impulsos y aceptar la dura pena que le ha tocado cargar.
Es relevante mencionar como esta pintura fue una de sus últimos trabajos antes de su muerte, quizás motivado como una premonición de su pronto estado en común con su madre, la cual murió cuando él aún se encontraba en sus más tiernos años de infancia.