Guerrilla Girls
Estados Unidos, 1985
Un grupo de activistas se encontró en 1985 en una manifestación frente al MoMA. En el museo se inauguraba una exposición de «los artistas más importantes del momento», y no había ni una sola mujer.
A la mujer no se la toma en serio en el arte, y este grupo decidió pasar a la acción. El anonimato sería su arma: anónimas como millones de mujeres en otros ámbitos laborales o personales. Las Guerrilla Girls sabían que ocultas tras una anónima máscara de gorila tendrían el poder de representar a un género entero, además de la protección de no ser vilipendiadas por el heteropatriarcado. Llamarían la atención para esparcir su mensaje, y también serían inmortales e innumerables. Cualquiera puede ser una Guerrilla Girl, y eso es precioso. La máscara, el disfraz es una técnica que ya habían utilizado revolucionarios de todo el planeta.
Nadie en el entorno de las Guerrilla Girls, ni familias, ni parejas, ni compañeros… nadie conoce su identidad (a excepción, según ellas, de sus respectivos peluqueros). Tampoco se sabe su número: más de 55 artistas han formado ya parte del grupo. Además han surgido imitadoras a lo largo y ancho del mundo, cosa buena en este caso. El objetivo de las Guerrilla Girls es el contagio de su mensaje.
Porque para su arte, las Guerrilla Girls utilizan una combinación de texto, publicidad, representación gráfica, diseño, arte clásico… Todo para hacer llegar su mensaje. Y siempre desde el humor, ya que el grupo es consciente de que el humor es el arma más eficaz y por lo tanto más peligrosa para la lucha.
Las Guerrilla Girls son sencillamente feministas. Es decir, quieren algo tan simple (y a la vez tan utópico) como la igualdad de oportunidades y el fin de la discriminación por género. Derechos humanos para la mujer.
Ellas, y muchas más han dado pasos activos para conseguirlo.