Karl Briulov
Rusia, 1799–1852
Su familia era de origen francés, pero él nació en San Petersburgo. Tenía un hermano, Aleksandr, también pintor, aunque mucho más clasicista.
Karl Briulov siguió un camino similar hasta que quiso distanciarse de ese estilo para buscar el suyo propio. Estudió en la Academia Imperial de las Artes para seguidamente marcharse a Roma. Permaneció durante años en la capital italiana, visitando ruinas, observando obras y realizando pinturas de género o retratos para ganarse un sueldo. Esta larga estancia en Roma fue vital para su aprendizaje y evolución artística.
Su pintura más famosa sin lugar a dudas es El último día de Pompeya, una pintura de temática histórica y de grandes dimensiones, la cual historiadores de la época y contemporáneos han alabado siempre por la capacidad de Briulov en cuanto a expresividad y psicología de los personajes. Obra que tanto por calidad técnica como argumental merece compararse con obras de artistas como Rubens o Van Dyck.
Karl Briulov fue uno de esos artistas que vivieron en plena transición artística, entre el neoclasicismo y el romanticismo en este caso, y que supo triunfalmente adaptarse a las circunstancias.
Como Géricault con su Balsa de Medusa, Briulov también dedicó años de investigación para realizar su obra maestra.
Regresó a Rusia y allí consiguió un puesto en la Academia donde estudió, pero añoraba a Italia, por lo que volvió a Roma y allí permaneció los últimos años de su vida.